Cuando tenía 14
años decidí que mi hipotético novio me compondría una canción imperecedera y
atemporal que calaría en los corazones del mundo que se preguntaría obnubilado:
¿en quién pensaría? ¿para quién la compuso? Y la respuesta secreta sería: ¡yo!
A medida que pasaba
el tiempo, me conformé con que supiese tocar la guitarra y me dedicase una
canción compuesta por otro pero re-descubierta para mi, que terminó mutando a: mira, si me graba un cd personalizado será
el hombre de mi vida. Esperando, inicialmente, la dedicación de Rob en Alta fidelidad y terminando, solamente,
por desear que no incluyese aquella canción que era “su canción” con su
anterior novia.
Lo malo del ciclo
de la decepción es que, como ya sabía Disney, es un ciclo siiiin fiiiiiiiiiin,
que lo envuelve tooodoooooooo. Haciendo especial hincapié en el “sin fin”,
hecho clave que consigue que, reducidas todas tus expectativas románticas, se produzca
un fenómeno insignificante (léase: te
paso un link de youtube) que reinicie desde ese extremo enfangado que es tu
miseria personal, el ciclo de la decepción. De este modo, mañana será un mp3 en
el correo, pasado una lista de spotify y, un tiempo sin estimar más tarde,
vuelves a necesitar un concierto masivo con fans que deseen ser tú. Como quise
ser Beth en el unplugged de Pearl Jam, apropiándome del we belong together que le cantaba Eddie Vedder.
Pero el ciclo de la
decepción, aunque infinito, supone un desgaste, como con cada división celular se
producen pérdidas; acortamiento de telómeros dirían las personas cultas,
destino decadente es con lo que me quedo yo. Porque si hay senescencia celular,
hay muerte programada de las ilusiones, interrumpida por algunos interludios,
sí, pero éstos suelen valer menos que el deterioro, quizás porque el dolor
tiene más facilidad de arraigo y como estado comatoso que es, cuesta más salir
de él. Y mucho peor, te acostumbras. Pero a lo bueno también, por eso deja de
ser bueno y se convierte en superable.
¿Cuántas de estas
réplicas puede soportar una persona en su vida hasta sentirse muerto, hasta ya
no querer volver a empezar nada?
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