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lunes, 14 de noviembre de 2016

Trump: cuando el reality mató a la realidad

Nada más despertar, me llegó la noticia de que Trump había ganado las elecciones. El corazón me dio un vuelco pero como aún estaba en ese estado de semiinconsciencia, propio de los primero minutos, me aferré a la idea de que todo aquello fuese el resultado de un mal sueño. Pero no. Ésta es nuestra realidad ahora, la realidad que la gente ha decidido.

Entonces noté el peso sobre mi cuerpo, que se ralentizó, sobrecargado por la pena. Había vuelto a pasar: otra decisión democráticamente dictatorial. Como el Brexit, el gobierno del PP... y sigue sumando. Decisiones libres todas pero pensadas para satisfacer a unos pocos. De nuevo, otro retroceso, y sin necesidad de imponer nada. La humanidad es su propio kamikaze.  

A lo mejor ha llegado el momento de que todo se acabe, pensé. A lo mejor es lo que nos merecemos. Desde luego, es lo que las últimas noticias transmiten, un celebrado “¡hundamos el barco!”, donde el mundo se presenta voluntario para desfilar a ciegas por el borde del precipicio.



domingo, 9 de octubre de 2016

Tengo 30 años, luego no existo

Sucede un fenómeno curioso cuando cumples los treinta; uno del que nadie te habla y que poco tiene que ver con la famosa “crisis de”. Es algo al margen de la preocupación por las primeras arrugas, el agravamiento de las resacas o el cálculo de los años fértiles. Va más allá de eso; tanto, que te sobrepasa hasta el punto de hacerte desaparecer: te evaporas. Fuera. Invisible. Una desintegración inmediata que está más unida a lo institucional y la estadística, que a la desaparición física del cuerpo.

Alcanzado el número mágico, entras en un punto muerto donde no eres lo suficientemente joven pero tampoco lo bastante viejo como para acogerte a algún tipo de incentivo o ayuda reservada a otros grupos demográficos. Se sobreentiende −al parecer− que a esa edad debes tenerlo todo resuelto y, tal vez, esto fuera cierto en otros tiempos sin crisis, donde no se exigía una formación concatenada y multidisciplinar. Esto es: una carrera (o dos), idiomas, máster y algún que otro curso sobre nuevas tecnologías y desarrollo de marca personal. Una preparatoria (te aseguraban) que permitiría tu entrada, amortiguada y entre algodones, al mercado laboral.



Claro que, alcanzar estos méritos requiere, como mínimo, tiempo; y a falta de un DeLorean, vas soplando velas y te plantas en unos veintimuchos, ignorando el largo recorrido que te queda por delante: una yincana de destreza e ingenio al borde del abismo, que empieza −como no− con la confección del que será tu currículum. Uno con el que inundas tu ciudad y los portales de empleo del país y aledaños. Seguido de una puesta a punto del perfil en LinkedIn e, incluso, de una visita al Servicio Canario de Empleo para obtener tu DARDE, un número mágico que cambia cada tres meses, sin que en tu vida cambie nada.

martes, 13 de noviembre de 2012

12 pasos para una juventud sin futuro (ó 6, que hay que hacer recortes)



No tener a nadie que te ate viene muy bien para emigrar. Tienes menos reprimendas si te sale mal: ¿te has convencido de que yo tenía razón? ¿Quién? ¿Hola? La nada se quedó (decía Iván Ferreiro), que es lo que pasa cuando te vas, ¿qué otra cosa iba a haber si no? Ni amante que te cante, al que romperle el corazón: Now that I've lost everything to you, you say you wanna start something new, mala perra. Nos acercamos más a Nino Bravo, aunque no dejamos la tierra por nadie y nos falta la flor, el beso ya es más mendigable, que todos tenemos una madre. Y con ligero equipaje (otra de las ventajas de no tener patrimonio), nos preguntamos: ¿Más allá del mar habrá un lugar? ¡Di Nemo, di! No pido que sea uno donde el sol brille más o sí, que lo haga metafóricamente y que aliente, literalmente.
Porque cuando haces una copia de la copia de otra copia de la copia primigenia, el resultado es una cosa negra y sin resolución que, por muchas vueltas que le des (en vertical, horizontal, de cerca, lejos o bizqueando los ojos), el resultado inalterable es un jeroglífico de oftalmólogo. Tu vida, amigo mío, ESO es tu vida. Tranquilo, aún puedes desintoxicarte e iniciar el programa de los 12 pasos, que no es propiedad exclusiva de alcohólicos, neuróticos o codependientes, no, no. Cuando creías que tus pequeñas taras eran disimulables, llega la situación y te desborda: sin independencia, sin trabajo, sin futuro. O dicho de otra forma: eres codependiente de tus padres, a una edad que no corresponde y con todo lo que conlleva, desatando la neurosis que sólo esas cañas a 1€ (50 céntimos si alargas en finde hasta el lunes), lo hacen soportable. Y voilá, 3x1, ¡ya es usted un caso clínico! Que no se diga que la clase política no hace aportaciones al pueblo; los bancos no sólo roban, niño desagradecido.


Empecemos, pues:

-Admitir que tenemos un problema. Admitido.

-Inventario moral de nosotros mismos. También conocido por: ¿qué he hecho yo para merecer esto? Bien, recapitulemos: fui al colegio, luego al instituto y a la escuela de idiomas, hice la selectividad, estudié una carrera y terminé en el tiempo estimado. Intenté trabajar de lo mío sin éxito; intenté trabajar de cualquier otra cosa con idénticos resultados. Así que seguí estudiando y… hasta hoy. ¿Y el futuro? ¿Qué será, será? ¿Más paro, tal vez? ¿O precariedad laboral, quizás?

-Admitir la naturaleza exacta de nuestras faltas. Siento mucho no haber nacido rica, heredera de imperios, primogénita de dictadores o asesora de toros, flamenco y semana santa. Arrepentida estoy.

-Eliminar estos defectos de nuestros caracteres. Es decir, jugar euromillones, invadir países y/o prostituir valores. Mañana, de verdad, mañana lunes empiezo.

-Hacer una lista de las personas que hayamos podido ofender con nuestra actitud y reparar el daño. Hitler, Rajoy, Montoro, Ted Bundy, Wert, la señora Báñez, el FMI... ¿en serio tengo que nombrarlos a todos? Me voy a dejar una pasta en sellos… y las sesiones de espiritismo se salen de mi presupuesto. Maldita sea, hasta los 12 pasos me suponen vivir por encima de mis posibilidades.

-Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, trataremos de propagar el mensaje. Preparaos desempleados sobrecapacitados, con o sin experiencia, sin ingresos, con idiomas y títulos varios, ¡voy a convertiros!