viernes, 18 de diciembre de 2015

Lecturas 2015










Chesil beach, IAN MCEWAN
 



















Las hermanas Grimes, RICHARD YATES

—No es por ti; ¿por qué piensas que siempre todo está relacionado contigo? Es sólo que… que es mi primera noche en un país extranjero y me ha hecho sentir tan… vulnerable —lo que era verdad, pensó, mientras se levantaba de la cama para sonarse la nariz y lavarse la cara, aunque sólo era parte de la verdad. Toda la verdad era que no quería viajar junto a un hombre al que no amaba.











Hacia rutas salvajes, JON KRAUER

Quiero repetiré los consejos que te di en el sentido de que deberías cambiar radicalmente de estilo de vida y empezar a hacer cosas que antes ni siquiera imaginabas o que nunca te habías atrevido a intentar. Sé audaz. Son demasiadas las personas que se sienten infelices y que no toman la iniciativa de cambiar su situación porque se las ha condicionado para que acepten una vida basada en la estabilidad, las convenciones y el conformismo. Tal vez parezca que todo eso nos proporciona serenidad, pero en realidad no hay nada más perjudicial para el espíritu aventurero del hombre que la idea de un futuro estable. El núcleo esencial del alma humana es la pasión por la aventura. La dicha de vivir proviene de nuestros encuentros con experiencias nuevas y de ahí que no haya mayor dicha que vivir con unos horizontes que cambian sin cesar, con un sol que es nuevo y distinto cada día.



Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio; ALICE MUNRO

Había salido de casa para sentarse en la marquesina donde dos veces al día paraba el autobús de la ciudad. Nunca había estado allí y tenía por delante dos horas de espera. Sentada, leyó todo lo que estaba escrito o grabado en las paredes de madera. Varias iniciales se amaban para siempre. Laurie G. hacía mamadas. Dunk Cultis era marica. Igual que el señor Garner (de mates). "Gilipollas H.W. Gange es el jefe. Skate o Muerte. Dios odia la basura. Kevin S. es hombre muerto. Amanda W. es guapa y buena y ojalá no la hubieran mandado a la cárcel porque la echo de menos con toda mi alma. Quiero follarme a V.P. Aquí se sientan señoras que tienen que leer las guarradas que escribís." Mirando el aluvión de mensajes humanos, Jinny se preguntó si la gente estaba sola cuando escribía cosas como esas. Y acto seguido se imaginó sentada ahí, o en un lugar parecido, esperando un autobús, sola, como seguramente se vería si seguía adelante con el plan en el que se había embarcado. ¿Se sentiría impelida a hacer declaraciones en las paredes públicas? En aquel momento se sentía identificada con lo que impulsaba a la gente a escribir ciertas cosas; identificada por los sentimientos de rabia, de mezquino rencor y de entusiasmo por lo que iba a hacerle a Neal como desquite. Pero la vida que estaba a punto de iniciar quizá no le ofreciera a nadie con quien enfadarse, o que estuviera en deuda con ella, o a quien premiar o castigar, o a quien de verdad le afectara lo que ella pudiera hacer. Quizá sus sentimientos no tuvieran importancia para nadie salvo para ella, y sin embargo se removerían en su interior hasta oprimirle el corazón y dejarla sin aliento. Al fin y al cabo, no era de las que reunían multitudes a su alrededor. Era selectiva, a su modo.


Hablando del asunto, JULIAN BARNES

Luego estaban los otros, los decepcionados. Y ése era un daño verdadero, irreversible. Los que empezaban con tan grandes esperanzas en el mundo luego ponían su confianza en psicópatas y fantasiosos, ponían su fe en borrachos y violentos. Y continuaban así durante muchos años con increíble perseverancia, creyendo cuando no había ninguna razón para creer, cuando era una locura que creyeran. Hasta que un día simplemente se daban por vencidos. El espíritu de las personas se quiebra. Eso es lo que no podía soportar. Y más tarde, cuando empecé a quererle, me vino este pensamiento: por favor, que no se decepcione. Nunca había sentido eso con nadie. Preocuparme por su futuro a largo plazo, por como acabarían. Preocuparme por lo que puedan pensar cuando finalmente miren hacia atrás.

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Verá, no creo que vuelva a casarme. Oh, no digo que no vuelva a enamorarme, pero eso es otra cosa, todo el mundo es vulnerable a eso, digan lo que digan, hasta el día en que se muere. No, pero el matrimonio... Le diré a qué conclusión llegué después de todos esos años con Gordon, años que, pese a lo que se podría pensar, fueron básicamente felices; tan felices como los de cualquiera. Y mi conclusión fue la siguiente: cuando vives mucho tiempo con alguien, vas perdiendo lentamente la capacidad de hacerle feliz, mientras que tu capacidad de herir sigue intacta. Y viceversa, por supuesto. ¿Que no es una visión optimista? Uno sólo tiene obligación de ser optimista a los ojos de los demás, no ante sí mismo.





El filo de la navaja, W SOMERSET MAUGHAM

— ¿Se te ha ocurrido divorciarte de Gray?
— No tengo motivo para hacerlo.
—Eso no impide a tus compatriotas divorciarse de sus maridos cuando quieren hacerlo.
Se echó a reír.
— ¿Sí? ¿Sabes por qué lo hacen?
— ¿No lo sabes tú? Porque las mujeres americanas esperan encontrar en sus maridos una perfección que las inglesas únicamente esperan de sus mayordomos.










Antes de conocernos, JULIAN BARNES

Ya no esperaba encontrar en cada fiesta o en cada cena al compañero perfecto, ni siquiera al adecuado. Además, ya distinguía la cómica y desconcertante disparidad que se da entre intenciones y resultados. Esperas un affaire corto, casi sin contacto, y justo empieza a caerte bien su madre; te parecía un tipo bueno peor poco apasionado y descubres un diamantino egotismo detrás de su modesta actitud de servir copas. Aún no se consideraba desilusionada o (como algunos de sus amigos la veían) desafortunada; simplemente se consideraba más sabia que cuando empezó. Hasta el momento, pensaba, teniendo en cuenta los complicados ménages à trois, los llorados abortos y las degradantes relaciones en que se habían metido algunos amigos suyos, no había salido demasiado mal parada.








La ridícula idea de no volver a verte, ROSA MONTERO

Mi salud literaria se resintió, me capturó la seca, y pasé casi cuatro años sin poder escribir. Un maldito infierno, porque al perder la escritura perdí el nexo con la vida. Sentía una atonía, una distancia con la realidad, una grisura que lo apagaba todo, como si no fuera capaz de emocionarme con lo que vivía si no lo elaboraba mentalmente por medio de palabras.












Maus, ART SPIEGELMAN
 


















Grandes Esperanzas, CHARLES DICKENS

Me dormí recordando lo que solía hacer cuando estaba en casa de la señorita Havisham, como si hubiera estado allí semanas o meses en lugar de horas, y como si estuviese rememorando algo que había ocurrido ese mismo día. Fue un día memorable para mi, ya que obró grandes cambios en mi persona. Pero es lo mismo que le pasa a cualquier vida. Arranquemos de ella un día especial y pensemos en lo distinto que podría haber sido su curso. Deténganse quienes leen esto y consideren por un momento la larga cadena de hierro o de oro, de espinas o de flores, que nunca les habría atado de no haberse formado un día memorable el primer eslabón.





El loro de Flaubert, JULIAN BARNES


Cuando ella muere, al principio no te sorprendes. Parte del amor consiste en prepararse para la muerte. Cuando ella muere sientes que tu amor queda confirmado. Lo habías previsto correctamente. Esto forma parte del asunto. Después viene el enloquecimiento. Y luego la soledad: pero no es esa soledad espectacular que te habías imaginado, ni tampoco el interesante martirio de la viudedad, sino simple soledad. Te esperabas una cosa casi geológica (el vértigo en una garganta cortada a pico) pero no se le parece en nada; se trata simplemente de una amargura tan cotidiana como el trabajo. Hay personas que creen que lo que quieres es hablar. A veces hablas, otras callas; no hay apenas diferencia. Nunca encuentras las palabras adecuadas; o mejor dicho, las palabras adecuadas no existen. Te pones a hablar y te encuentras con que el lenguaje de la aflicción por la muerte de un ser querido resulta estúpidamente insuficiente. Parece como si estuvieras hablando del dolor de otras personas. La amé: fuimos felices; la echo de menos. No hay muchas oraciones donde elegir. Y al final logras superarlo, es verdad. Al cabo de un año, de cinco. Pero no lo superas de la misma manera que un tren sale de un túnel, con un brusco surgir al paisaje soleado del otro lado; lo superas más bien a la manera como una gaviota se libra por fin de la pegajosa mancha de petróleo. Alquitranado y emplumado de por vida.



El amor dura tres años, FRÉDERIC BEIGBEDER

Lo único importante en el amor es: ¿a partir de cuándo empiezas a mentir? ¿Sigues estando igual de contento al regresar a casa para reencontrarte con la misma persona que te está esperando? Cuando le dices “te quiero”, ¿lo piensas de verdad? Llegará —fatídico— el momento en que tendrás que esforzarte. En que tus “te quiero” ya no tendrán el mismo sabor. A mí, la voz de alarma me pilló en fase de afeitado. Me afeitaba todas las noches para pinchar a Anne al besarla por la noche. Y, una noche —ella ya estaba durmiendo (había salido sin ella hasta el amanecer, el típico comportamiento lamentable que uno se permite con la excusa del matrimonio)—, no me afeité. Pensé que no era grave, ya que ella no iba a darse cuenta. En cambio, aquello significaba simplemente que ya no la quería.





Lolita, VLADIMIR NABOKOV

Sé también que la conmoción producida por la muerte de Annabel consolidó la frustración de aquel verano de pesadilla y la convirtió en un obstáculo permanente para cualquier romance ulterior durante los fríos años de mi juventud. Lo espiritual y lo físico se habían fundido en nosotros con perfección tal que no pude menos que resultar incomprensible para los jovenzuelos materialistas, rudos y convencionales típicos de nuestro tiempo. Mucho después de su muerte sentía que sus pensamientos flotaban a través de los míos. Antes de conocernos ya habíamos tenido los mismos sueños. Comparamos anotaciones. Encontramos extrañas afinidades. En el mismo mes de junio del mismo año (1919) un canario perdido había entrado revoloteando en su casa y la mía, en dos países muy alejados. ¡Ah, Lolita, si tú me hubieras querido así!



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