La rebeca, además
de nombre de pérfida mujer, nos protege del frío a jóvenes y abuelas, acortando
distancias entre generaciones. Si vas de retro-moderna-vintage o te crees una
mori girl de los bosques, más.
Moraleja: Las rebecas rompen vidas, rechazadlas, sed
hombres de provecho.
Pidiendo a gritos la paliza de un corro de niñas scout |
Que Kurt Cobain se
pusiera una, valía. En un unplugged con velas y aura de voy a suicidarme, era coherente. Pero en un hombre, de los que
esperas que te abran los tarros de mermelada, JAMÁS. Así seas un espartano de
voz gutural y lo complementes con curtidos y engrasados abdominales al aire. ¡No
importa! Con una rebequita tendrás aspecto de gatito-bebé incapaz de sacar las uñas. E igual es su meta, caballero, en cuyo caso no siga
leyendo.
Tampoco hace falta
ser Humphrey Bogart: impertérrito e inescrutable. De los que entierran a su
perro sin soltar una lágrima y lo superan con whisky, tabaco y una mujer a la
que no darán explicaciones:
-Cuéntame lo de tu perro, Humphrey.
-No -contestará él. Y no habrá más disputa. Es Bogart.
-Cuéntame lo de tu perro, Humphrey.
-No -contestará él. Y no habrá más disputa. Es Bogart.
Qué dónde está el
punto medio, te preguntas. Acotemos distancias con un sencillo ejemplo:
-Entre Bogart en Casablanca y Hugh Jackman en Scoop: te quedas corto.
-Entre Hugh Jackman
en Scoop y Hugh Jackman en Australia: eres el hombre perfecto.
-Entre Hugh Jackman
en Australia y Hugh Jackman en Kate & Leopold: te pasaste. Tómate
una copa en las sombras y sigue intentándolo.
péplum-lámpara-kardashian |
Hombres del mundo, ¡no
las uséis! A menos que sea para asomaros al porche que no tenéis y contemplar
la puesta de sol de vuestro último día en la tierra, por el capricho de dejar un
cadáver indigno. No hagáis caso a las revistas, a nosotras ya nos cuelan
mierdas como pantalones cortos que asoman el forro de los bolsillos o el
péplum, esas camisetas con faldón incorporado que sólo favorecen si no te has
desarrollado con formas de mujer. Es decir, si eres un niño desnutrido de 7 años.
¡Vosotros aún podéis escapar!
Anteponed una
hipotermia, solemne y masculina, a dudas del estilo: ¿Puedo ponerme la rebeca con pantalón corto? ¿Abierta o cerrada? En verano no es nada estético ir con la rebeca cerrada, sobre todo por temas de salud y calor. ¿De verdad queréis
sentir insultada vuestra inteligencia de ese modo?
Pensad en el
teorema de Ethan Hawke:
Ethan Hawke iba con
chupa de cuero en Antes del amanecer,
donde resultaba abiertamente gilipollas con todo aquel discursito trascendental
de profundidad ensayada pero eh, no llevaba rebeca, lo que te permitía
perpetrar ensoñaciones compartidas con la francesita en el tren.
Ethan Hawke llevaba
chaqueta, de pie sobre aquel pupitre oh-capitán-mi-capitán
y recitaba poemas, circunscribiendo la delicada frontera entre una sensibilidad
atrayente y la endeblez anti-erótica que delimita, justamente, la ausencia de
rebeca.
Ethan Hawke hace un
truño como Sinister y, no conforme
con eso, se planta una rebeca de punto grueso, de esas que tejen las abuelas y
te pones por compromiso cuando vienen a verte. Justo ésa. Y no se la quita en toda la
película. Entiendo que se hace mayor, tiene facturas que pagar y otros sueños
de grandeza pero, ¡no destroces un mito adolescente, Ethan Hawke! Yo busqué tu
nombre en los créditos de aquel cine. Piensa: Colmillo blanco, El club de los
poetas muertos, Reality bites, ¡Gattaca! Todas sin rebeca, ni casa encantada, ni
niños muertos.
-Quiero el divorcio.
-¿Es por mi rebeca?
-Ethan, yo llevo una camisetita de verano y
tengo un aspecto saludable. Tú pareces un cadáver y llevas una rebeca con
coderas... ¡todo el tiempo!
-Tengo frío.
-¿Frente a la hoguera también?
-Sí... ¿quieres un poema?
-Que te den, Ethan.
-Bruadsrrebrhjbgbuu