domingo, 11 de noviembre de 2012

deconstruyendo realidades



Se comenta que en las redes sociales perfeccionamos la visión que tenemos de nosotros mismos, aportando al mundo la imagen de lo que queremos ser pero no llegamos, a falta de filtros de instagram y consultas a wikipedia. Nuestro otro yo, pulido y mejorado, ocioso y ocurrente, con el ángulo medido para ocultar la papada. Holograma frágil que se viene abajo lo que dura un click, cuanto alguien te etiqueta en una foto atroz, ésa con un ojo a medio cerrar y el otro con pupila laser, boca torcida y chepa notredama, ante la que exclamas: dios mío, ¿yo soy así? O cuando te baila una letra y culpas al móvil pero la falta queda ahí, como los presuntos culpables, PARA SIEMPRE (*ambiguo periodo de tiempo en que tardas en percatarte y editar). Y TODO EL MUNDO (*dos o tres de tus contactos conectados en ese momento) sabrá que nunca aprendiste las normas de acentuación de los hiatos, los hervir, servir y vivir, fragmentos de caos ortográfico que ocupa espacio en tu cerebro, sin mayor finalidad que el spam de vientres planos y alargadores de penes.

Vamos, que no vale la pena.

Mejor enseñar el pelo del desayuno, el atasco de las 7, la entrada de cine para uno, la vecina que vigila nuestros pasos, la planta que no nos sobrevivió y el nuevo pliegue que se desparrama al sentarnos… reunamos lo peor de nosotros mismos y de nuestro entorno, igual así, la realidad termina por parecer un lugar apetecible.

A fin de cuentas, descubrir que tu archienemiga se ha quedado calva o que tu ex está más gordo, greatest hits de la malicia humana, universal e inevitable, no te la asegura nadie. Y de ocurrir, estarás tan atragantado con los mil y un capítulos de felicidad previa, cuidadosamente estudiados y, en ocasiones, dedicados. Voluntarios y sin psicólogo. Una introducción demasiado larga para una satisfacción tan corta.

Echo de menos los tiempos en que pasaba años sin saber de alguien, cuando las personas desaparecían, permitiéndote fantasear sobre su dicha o su desgracia, sus hipotéticas canas y sus teóricas bodas, ayudándote a olvidar y, por qué no, continuar con tu vida. Esa ignorancia feliz de las pequeñas cosas. No te decepcionas, porque no tienes avisos que te soplen la falta de sinceridad, la demolición de la coherencia y la puñalada a bisturí, fina pero certera, que sólo provoca una foto de facebook con sus convenientes etiquetados, notas al pie y comentarios ratificantes. Ignoras las fiestas a las que no te invitan y desconoces las alianzas que confabulan en tu contra. ¡Quiero un filtro para el correo que me avise de los emails desestabilizantes!

Señores de google, en estos tiempos en que nos personalizan los anuncios, háganlo también con la información dolorosa, seguro que ya han recabado la suficiente para hacer un pronóstico acertado de todo lo que queremos pero no necesitamos saber.

4 comentarios:

  1. Holaa, acabo de ver tu blog y lo voy a dejar en favoritos para ir viéndolo xD.

    Tiene buena pinta y como siempre ese toque tan personal tuyo a la hora de escribir!! I like it :)

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  2. Pues realmente sí que se podría hacer algo así como lo que comentas aunque creo que primero necesitaría de cierta información base (unas cuantas malas y buenas experiencias para poder comparar) y que indicaras tu estado anímico antes de comprobar tu correo :p

    Me gusta el formato del blog :D y ya te he añadido al Reader. ¡Ánimo con este nuevo proyecto!

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