lunes, 25 de abril de 2016

opositar, esa eternidad

Nunca he sido de boli bic. Parecen más duraderos que los pilot, no digo que no… aunque igual su eternidad se debe al vil abandono al que los someto, relegados en cajones hasta que se volatizan o vuelven a su planeta. Lo siento, no me gustan, me hacen escribir lento y empeoran mi ya pésima caligrafía; no obstante, el bic es el bolígrafo ideal para rellenar impresos con hojas autocopiativa y, por tanto, es el elegido en exámenes de oposición. Como me iba a tocar rellenar cuadritos de respuestas sí o sí, fui a Favego y me compré un boli bic dorado, también los había plateados, pero si estábamos cargando de simbolismos a un boli, la plata era quedarse corto.




No me limité al superpoder del oro, también estudié y me presenté junto a otros tantos miles al examen para interino del ayuntamiento. El cual, por cierto, fue un fiasco; prueba irrefutable de la mala baba o de la incompetencia que tienen los creadores de tests. Evidentemente, nadie se va a aprender la numeración de las tropecientas leyes aplicables, sabes su contenido y hasta puedes usarlas pero si ocupan el artículo 124 o el 225 es irrelevante (más en los tiempos de consulta inmediata de san google). Hay artículos que se referencian constantemente y por eso se te quedan, como el 54 que habla de la motivación de los actos, el 62 y el 63 sobre su nulidad y anulabilidad o el 38.4 que cita las opciones de registro. Si hubiese que preguntar algún número, tendría que ser en referencia a estos y no a la aleatoriedad ciega de una ouija borracha. Cosa que hicieron en el susodicho examen con la intención de demostrar no sé muy bien qué, porque no tienes que ser John Nash para ejercer de auxiliar administrativo.




Si tengo que quedarme con algo bueno de la experiencia, es que me sirvió para optimizar mi estudio los días previos, repasando temas a una velocidad sorprendente, dado los estados previos de ensimismamiento donde las vetas de madera se volvían interesantes. Una vez hecho y superadas las fases de enfado, odio y quema de coches, retomo ese estado de astenia que da el volver sobre lo mismo (qué condena). Cuento los minutos y los días, porque a lo tonto, llevo un año con esta oposición. Algo que inicié “por probar” y que iba a llevarme un par de meses, se ha convertido en un medio de vida pero ya está bien, empieza a oler a rancio y quiero deshacerme del cuerpo. Ya me he planteado todas las opciones: que lo pongan fácil, que sea complicado, que sea asesino, que tenga dislexia… y he pasado por todos los estados anímicos, desde la euforia a la derrota anticipada, así que examen, ya no puedes pillarme por sorpresa. Te he dedicado un tiempo más que suficiente, que sea lo que tenga que ser, ¡pero ven ya!

miércoles, 13 de abril de 2016

logro desbloqueado

Al dar la última campada de Nochevieja me prometí, que 2016 iba a ser “EL AÑO”, envuelta como estaba, en la euforia provocada por la ginebra rosa que acababa de descubrir. Curiosamente, ni los extras de vino y vodka que harían las delicias en mi cabeza a la mañana siguiente, borraron la propuesta. Seguí firme en el convencimiento de que 2016 sólo podía proporcionar cosas buenas, pese a que las muertes encadenadas de Glenn Fray y David Bowie hacían del mundo un lugar objetivamente peor. En mi micro universo, por el contrario, los avances y las buenas noticias iban a ser una constante. El llamado año en mayúsculas, no era un simple deseo abstracto, sino que incluía un compendio de objetivos que se podrían resumir en: trabajo, independencia y motivación. Por ser aquellos donde había mayores carencias ya que, de resto, no me puedo quejar.

No soy partidaria de la pasividad que encierran esas teorías místicas de atraer lo bueno con el pensamiento. Mi cerebro es catastrofista pero eso no me impide iniciar proyectos varios, aunque ello implique episodios de ansiedad. Esto último ocurre por una mezcla de miedo y afán perfeccionista que, aderezado con la inseguridad que proporciona el desempleo, dan pie a un coctel fulminante de pesadillas y sarpullidos. Todo muy sexy pero, una vez superada la urticaria insomne, empieza lo bueno.

Este 2016 me ha traído la oportunidad de, chan chan chaaan, ¡trabajar escribiendo! ¡Sí! ¡Yo! ¡A mí! Y es que no podría estar más contenta de colaborar con CanariasAhora :D Porque currar de lo que te gusta, no es currar, amigo Sergio Dalma. Gracias a esto he vuelto a sentir el estado de abstracción en el que se te pasan las horas, sin manifestación de necesidad alguna, tu concentración te basta y te sobra. Apasionarse por algo es una droga y si encima puedes adherirle la etiqueta de “profesión”, ya es un subidón constante. Y en mi caso hablamos de un primer paso pequeñito, no quiero ni imaginar cómo se siente una banda que llena estadios. Lo mío es más de karaoke lucido a las tres de la mañana, que arranca los coros ebrios del limitado público pero ah, qué bien sienta. Me dan libertad para elegir los temas así que puedo investigar sobre lo que quiera, que es algo que ya hacía gratis pero ahora tengo una audiencia más visible. De hecho, mi primer artículo se ha compartido en facebook más de ochenta veces en apenas unos días (y sigue sumando). No se me va la sensación de perplejidad y entusiasmo tonto, en plan: ¿de verdad le ha gustado a alguien? ¿en serio, ochenta personas? Este logro desbloqueado suma mil puntos.

Pero no queda ahí la cosa: ya tengo fecha para dos oposiciones. Fechas reales con sus firmas oficiales, nada de bulos. Así que es un reto más al que voy a poder enfrentarme que, encima, incluye una recompensa genial si todo sale bien. Seré funcionaria de día y escritora de noche, y me impulsaré sobre arcoíris de purpurina.  

Por si fuera poco, mi perra Ronda, que es la perra más amor del mundo, no para de superar los tiempos en que puede quedarse sola con calma. Algo que parecía imposible tiempo atrás, está sucediendo. Igual el año que viene nos despedimos para siempre de la ansiedad por separación y sólo queda la perra maravillosa que siempre ha sido. Con que desbloqueo el superpoder de César Millán. ¡Clin! (o cualquier otro sonido a vuestro gusto).

Y luego están las personitas que me acompañan, aunque sé que esto ya es entrar en el terreno del reality, les reservo esta mini mención encubierta porque no dejan de ser otro de los puntos destacados del año. Ya estaban de antes pero siguen aportando mejoras a mi día a día y eso hay que remarcarlo :) Fin del modo Kardashian.

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