miércoles, 13 de abril de 2016

logro desbloqueado

Al dar la última campada de Nochevieja me prometí, que 2016 iba a ser “EL AÑO”, envuelta como estaba, en la euforia provocada por la ginebra rosa que acababa de descubrir. Curiosamente, ni los extras de vino y vodka que harían las delicias en mi cabeza a la mañana siguiente, borraron la propuesta. Seguí firme en el convencimiento de que 2016 sólo podía proporcionar cosas buenas, pese a que las muertes encadenadas de Glenn Fray y David Bowie hacían del mundo un lugar objetivamente peor. En mi micro universo, por el contrario, los avances y las buenas noticias iban a ser una constante. El llamado año en mayúsculas, no era un simple deseo abstracto, sino que incluía un compendio de objetivos que se podrían resumir en: trabajo, independencia y motivación. Por ser aquellos donde había mayores carencias ya que, de resto, no me puedo quejar.

No soy partidaria de la pasividad que encierran esas teorías místicas de atraer lo bueno con el pensamiento. Mi cerebro es catastrofista pero eso no me impide iniciar proyectos varios, aunque ello implique episodios de ansiedad. Esto último ocurre por una mezcla de miedo y afán perfeccionista que, aderezado con la inseguridad que proporciona el desempleo, dan pie a un coctel fulminante de pesadillas y sarpullidos. Todo muy sexy pero, una vez superada la urticaria insomne, empieza lo bueno.

Este 2016 me ha traído la oportunidad de, chan chan chaaan, ¡trabajar escribiendo! ¡Sí! ¡Yo! ¡A mí! Y es que no podría estar más contenta de colaborar con CanariasAhora :D Porque currar de lo que te gusta, no es currar, amigo Sergio Dalma. Gracias a esto he vuelto a sentir el estado de abstracción en el que se te pasan las horas, sin manifestación de necesidad alguna, tu concentración te basta y te sobra. Apasionarse por algo es una droga y si encima puedes adherirle la etiqueta de “profesión”, ya es un subidón constante. Y en mi caso hablamos de un primer paso pequeñito, no quiero ni imaginar cómo se siente una banda que llena estadios. Lo mío es más de karaoke lucido a las tres de la mañana, que arranca los coros ebrios del limitado público pero ah, qué bien sienta. Me dan libertad para elegir los temas así que puedo investigar sobre lo que quiera, que es algo que ya hacía gratis pero ahora tengo una audiencia más visible. De hecho, mi primer artículo se ha compartido en facebook más de ochenta veces en apenas unos días (y sigue sumando). No se me va la sensación de perplejidad y entusiasmo tonto, en plan: ¿de verdad le ha gustado a alguien? ¿en serio, ochenta personas? Este logro desbloqueado suma mil puntos.

Pero no queda ahí la cosa: ya tengo fecha para dos oposiciones. Fechas reales con sus firmas oficiales, nada de bulos. Así que es un reto más al que voy a poder enfrentarme que, encima, incluye una recompensa genial si todo sale bien. Seré funcionaria de día y escritora de noche, y me impulsaré sobre arcoíris de purpurina.  

Por si fuera poco, mi perra Ronda, que es la perra más amor del mundo, no para de superar los tiempos en que puede quedarse sola con calma. Algo que parecía imposible tiempo atrás, está sucediendo. Igual el año que viene nos despedimos para siempre de la ansiedad por separación y sólo queda la perra maravillosa que siempre ha sido. Con que desbloqueo el superpoder de César Millán. ¡Clin! (o cualquier otro sonido a vuestro gusto).

Y luego están las personitas que me acompañan, aunque sé que esto ya es entrar en el terreno del reality, les reservo esta mini mención encubierta porque no dejan de ser otro de los puntos destacados del año. Ya estaban de antes pero siguen aportando mejoras a mi día a día y eso hay que remarcarlo :) Fin del modo Kardashian.

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