Nunca he sido de
boli bic. Parecen más duraderos que los pilot, no digo que no… aunque igual su
eternidad se debe al vil abandono al que los someto, relegados en cajones hasta
que se volatizan o vuelven a su planeta. Lo siento, no me gustan, me hacen
escribir lento y empeoran mi ya pésima caligrafía; no obstante, el bic es el bolígrafo
ideal para rellenar impresos con hojas autocopiativa y, por tanto, es el
elegido en exámenes de oposición. Como me iba a tocar rellenar cuadritos de
respuestas sí o sí, fui a Favego y me compré un boli bic dorado, también los
había plateados, pero si estábamos cargando de simbolismos a un boli, la plata
era quedarse corto.
No me limité al
superpoder del oro, también estudié y me presenté junto a otros tantos miles al
examen para interino del ayuntamiento. El cual, por cierto, fue un fiasco;
prueba irrefutable de la mala baba o de la incompetencia que tienen los
creadores de tests. Evidentemente, nadie se va a aprender la numeración de las
tropecientas leyes aplicables, sabes su contenido y hasta puedes usarlas pero
si ocupan el artículo 124 o el 225 es irrelevante (más en los tiempos de consulta
inmediata de san google). Hay
artículos que se referencian constantemente y por eso se te quedan, como el 54
que habla de la motivación de los actos, el 62 y el 63 sobre su nulidad y
anulabilidad o el 38.4 que cita las opciones de registro. Si hubiese que
preguntar algún número, tendría que ser en referencia a estos y no a la
aleatoriedad ciega de una ouija borracha. Cosa que hicieron en el susodicho
examen con la intención de demostrar no sé muy bien qué, porque no tienes que
ser John Nash para ejercer de auxiliar administrativo.
Si tengo que
quedarme con algo bueno de la experiencia, es que me sirvió para optimizar mi
estudio los días previos, repasando temas a una velocidad sorprendente, dado
los estados previos de ensimismamiento donde las vetas de madera se volvían interesantes.
Una vez hecho y superadas las fases de enfado,
odio y quema de coches, retomo ese estado de astenia que da el volver sobre
lo mismo (qué condena). Cuento los minutos y los días, porque a lo tonto, llevo
un año con esta oposición. Algo que inicié “por probar” y que iba a llevarme un
par de meses, se ha convertido en un medio de vida pero ya está bien, empieza a
oler a rancio y quiero deshacerme del cuerpo. Ya me he planteado todas las
opciones: que lo pongan fácil, que sea complicado, que sea asesino, que tenga dislexia…
y he pasado por todos los estados anímicos, desde la euforia a la derrota
anticipada, así que examen, ya no puedes pillarme por sorpresa. Te he dedicado
un tiempo más que suficiente, que sea lo que tenga que ser, ¡pero ven ya!
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