Aún recuerdo a Buzz Luhrmann explicando cómo trató de disociar
la etiqueta de “musical” durante el estreno de su película Moulin Rouge. Era el año 2001 y se temía que esta relación
provocase un rechazo, pues los musicales llevaban tiempo considerándose algo
desfasado y parodiable. Gene Kelly
tenía talento pero la gente se cansó de ver tramas que se resolvían mediante
una canción coreografiada.
Moulin Rouge, sin embargo, fue un
éxito. La mezcla de canciones incluía temas de Queen, Elton John o The Police, lo que amortiguó el regreso
del género musical y, de este modo, volvieron las canciones a las películas. A
las películas y a las series porque la temática continuó en Chicago, Hairspray o Into the Woods
en el cine y se volvió un fenómeno con Glee,
Empire o Galavant en la pequeña pantalla.
Una década después de que
la cinta de Luhrmann se llenase de nominaciones, una chica de los Ángeles, Rachel Bloom, subía un vídeo a Youtube.
Se trataba de un número musical que llevaba por título: Fuck Me, Ray Bradbury. Ideado e interpretado por la propia Bloom,
la cual aparecía vestida de colegiala y con coletas, versionando a la Britney Spears de Hit me baby one more time, sólo que con unos intereses carnales
centrados en los literario. Bloom había quedado fascinada a los 14 años con el
libro Crónicas marcianas y era fan
del novelista desde entonces. De su idolatría, mezclada con la idea de que la
inteligencia es lo más atractivo del mundo, surgió este peculiar homenaje. El
vídeo llegó a los tres millones de visitas, siendo una de ellas, la del propio
Bradbury.
El talento de Bloom no
iba a limitarse a la viralidad de un solo vídeo y su cuenta, racheldoesstuff, continuó generando
visitas y seguidores. Un espacio lleno de canciones pegadizas que convertían el
drama de la ruptura en una ocasión para reírse de sí misma o bromeaban con la
contextualización de una princesa Disney, que canta sobre su ansiado príncipe
mientras intercala menciones a la plaga que ha matado a la mitad de su pueblo
(realidades del siglo XVIII).
Sus creaciones llamaron
la atención de Aline Brosh McKenna, que
contactó con ella y, de ese encuentro surgió The crazy ex girlfriend. Cualquier seguidor de Bloom quedará
rápidamente enganchado con la propuesta de The
CW Network pero también es apta para neófitos. Pues aunque la serie tiene
el marcado sello de identidad de Bloom, cualquiera puede sentirse atraído por
la historia. Una comedia romántica que se burla de todos los tópicos de las
comedias románticas, incorporando números musicales brillantes.
El
primer amor nunca se olvida
La protagonista de The crazy ex girlfriend es la propia Bloom,
a través de su personaje, Rebecca Bunch. Ésta ha seguido todos los dictados que
la sociedad marca –y en este caso, también su madre− para ser un adulto satisfecho
y exitoso: cursos en Harvard, Yale, varios idiomas… Está a punto de ser nombrada
socia un brillante buffete de abogados de Nueva York pero no puede dormir y
vive bajo prescripción psiquiátrica. En medio de este trance, un anuncio de
mantequilla no deja de cruzarse en su camino, una tostada untada que no para de
recordarle la pregunta: ¿cuándo fue la
última vez que fuiste realmente feliz? El pánico frente al inminente
ascenso se apodera de ella y abandona la oficina, cuestionándose por qué sufre
un ataque de ansiedad cuando está a punto de conseguir todo lo que siempre
había soñado… ¿o es que acaso no era eso lo que realmente ansiaba?
El frasco de sus pastilla
rueda por la acera y Rebecca no encuentra más opción que pedirle a Dios −al
cual nunca reza porque cree en la ciencia− que le envíe una señal; y la
iluminación llega con Josh Chan recorriendo la avenida. Josh es ese amor que
tiende a idealizarse con el tiempo. En el caso de Rebecca, uno vivido a los dieciséis años durante un
campamento de verano; pero para ella, es la respuesta a todas sus plegarias.
Josh está a punto de
dejar Nueva York y de regresar a su pueblo natal, West Covina (California). En
este instante, Rebecca decide ir tras él (impulsivamente, como en todo manual
de buen cinéfilo). Pero no lo hace por él, claro; o al menos ése es el mantra
que se repite, una y otra vez, en su cabeza. Su cambio de vida no está ligado a
ningún hombre, ¡ha sido simple casualidad! Una negación que desembocará en un
sinfín de enredos que, gracias a las canciones que acompañan las escenas,
convierten esta serie en algo muy especial.
Un
globo de oro y (casi) 100 canciones
Es evidente que la música
es clave en The crazy ex girlfriend.
La primera temporada cuenta con treinta y nueve canciones originales que, no
sólo están presentadas de un modo inmejorable sino que mantienen la comicidad y
la calidad musical a partes iguales.
La música refuerza el
contenido de la serie y no se corta a la hora de sacar a la luz cualquier tema
espinoso pero sin perder por ello la perspectiva del humor. En el primer
episodio, Bloom se burla de los esfuerzos que las mujeres ponen antes de una cita:
depilación, exfoliación, mascarillas, planchas, fajas… Sabes que estás viendo
una serie diferente cuando aparece el rapero de turno para hacer su parte y termina
por abandonar la canción, traumatizado al descubrir el nada estiloso ritual de
belleza. La visión le hace recapacitar sobre el trato que ha dado hasta
entonces a las mujeres y termina con una cómica disculpa durante los créditos (con
mención al El segundo sexo de Simone de Beauvoir, incluido).
Su guiño a los clásicos
también está presente, de ahí que se atrevan con un número a lo Fred Astaire y Ginger Rogers pero, en lugar de tratar una declaración de amor
memorable, recurren a una situación más lamentable pero no por ello menos real:
baja tus expectativas y confórmate conmigo. Canción interpretada por Santino Fontana (quien puso voz al
Príncipe Hans en Frozen), que incluye
pasos de claqué y joyas del tipo: “Sé que ocupo el segundo lugar en este juego
pero como la leche al 2% o la carne de seitan, ¡casi sabemos igual!”
Treinta nueve canciones
daban vida a la primera temporada y esta segunda, recién estrenada el 21 de
octubre (y finalizando el 3 de febrero), promete ir por el mismo camino. Las
expectativas están altas, ya que el año pasado, Rachel Bloom ganó un Globo de
Oro como mejor actriz por ese mismo papel. Durante su discurso, aprovechó para
recordar como la serie había sido rechazada en siete ocasiones por distintas
cadenas, la prueba viviente de que hay que seguir intentándolo, si crees en
ello.
La apertura de esta nueva
temporada incluye un número con aires del Lemonade
de Beyoncé y también algunos
referentes de la época dorada de Hollywood, como una versión alternativa de Marilyn Monroe en Los caballeros las prefieren rubias relacionada con las matemáticas
de los triángulos amorosos. Hasta el opening
es distinto pues la idea es que éste
cambie en cada nueva temporada. En esta ocasión, Rebecca aparece acompañada de
un grupo de bailarinas con las que canta, justificando su supuesta locura, por una
afección aún mayor: el amor.
Veremos cómo se
desarrolla la historia a partir de ese momento clave en que Rebecca ha
conseguido lo que más quería. Una línea argumental que se inicia con la
siguiente cuestión: ¿sobrevivirá su idílico romance a la abrumante realidad?
[Artículo publicado oiginalmente en CanariasAhora]
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