Este último
año ha sido bastante completo en cuanto a lecturas se refiere. He seguido fiel
a mi idea de incorporar a la lista autores que me faltaban por leer,
especialmente clásicos, pero también algunos contemporáneos y otras fidelidades
ineludibles (como Julian Barnes de mi corazón).
Lo más
destacable de 2016 ha sido descubrir la Ciencia Ficción. Sí, he tardado treinta
años en hacerlo y ojalá pudiese viajar en el tiempo y chivarle al oído a mi
versión adolescente: chss chss, Bradbury, Raaaay Braaadbury. Sé que hubiese
disfrutado muchísimo con este tipo de libros en el pasado (y a saber de qué
forma hubiesen influido en mis decisiones vitales), pero son tan buenos, que la
experiencia no se ha devaluado por ello. Y tengo la suerte de tener un
horizonte de nuevos autores por descubrir, ¡con los nervios ilusionantes que
produce eso!
Diría que los
dos libros que más me marcaron el pasado año fueron: Crónicas Marcianas de Bradbury y Una habitación propia de Virginia Woolf. El primero es pura droga,
uno de los libros que más me ha hecho disfrutar. El segundo es un ensayo
atemporal y maravilloso que todo el mundo debería leer, al menos, una vez en la
vida. Virginia y Ray están ya en mi altar de favoritos.
El resto,
según orden de lectura, quedó así:
ENERO 2016
«A pesar de que siempre le habían gustado las mujeres
(empezando en segundo, cuando le había resultado imposible apartar la mirada de
las bamboleantes tetas de la señorita Lasseter durante todo el curso), había
llegado recientemente a la conclusión de que no las conocía en absoluto.
Sinceramente, no podía decir si pensaba en el amor demasiado o demasiado poco.
Reconocía que había algo misterioso y mágico en aquello, y que se había pasado
los últimos veinte años intentando resolver el misterio, aunque en realidad
sabía que corría el riesgo de destruir la magia. Cuando se rompían sus
relaciones, se pasaba habitualmente más tiempo analizando y pensando en el amor
que el que se había pasado realmente disfrutándolo y gozándolo. Algunas veces
parecía como si los tíos con menos cerebro tuvieran más suerte, como si las
mujeres se quedaran colgadas de lo unicejos con vocabulario limitado. Para
Paul, cuanto más duraban sus relaciones, más confusas resultaban, y el punto
clave de su relación con Tamsen era que nunca iba a llegar tan lejos. Sin
complicaciones. De verdad, ella no era mala para él, excepto en la medida en
que ella tampoco estaba realmente disponible. »
Lo escogí al
azar ojeando los estantes de Agapea. Me
llamó la atención el azul y el hecho de que el protagonista hablase con su
perra, que hace las veces de conciencia. Pero el resultado final me pareció
bastante flojo. Eso sí, tiene el mérito de ser el primer libro que me hace
llorar. Mérito relativo porque contenía el elemento clave que abre las
compuertas del lagrimeo: la muerte de un animal. Es automático.
Intimidad; Hanif Kureishi
ENERO 2016
«He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona
no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene por
qué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría
espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad…, a los
demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día
debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se
trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el
futuro…, una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino
mejores.»
Encontré esta
edición tan bonita en La Isla, lo que
me atrajo como un imán. Nunca había leído nada de Kureishi y la verdad, me dejó
con ganas de más. Sólo me duró tres días y quedó totalmente subrayado. Kureishi
es del estilo que me gusta: mucha reflexión y poca descripción.
Recuerdo leer
en Goodreads una crítica
completamente airada de una mujer. En mi imaginación, aquello parecía
consecuencia de un abandono reciente, porque es estúpido juzgar un libro por la
moralidad de sus personajes. Tal vez lo leyese como una recomendación
(ajenamente sádica o masoquistamente propia), una forma de entender la traición
de su pareja u otro drama similar. En ese estado, era susceptible de cogerle
tirria al marido infiel (que se pasa toda la novela planeando el abandono de su
esposa). Pero esto son todo elucubraciones, por supuesto.
A mí sí me
gustó, será que toca uno de mis temas favoritos (visto lo visto… porque lo hago
sin darme cuenta): el amor, las relaciones y derivados. ¡Pero sin ñoñerías! (que
también están bien a veces, aunque sin perder de vista que son puro pasatiempo).
Reflexiones como ésta:
«Últimamente pienso mucho en las parejas que conozco o
con las que he coincidido en algún sitio, y me pregunto cuáles siguen
enamoradas. Quedan algunas. Resulta tangible, se palpa el amor que se profesan,
se nota la intensidad de su placer. No hace mucho, el día de puertas abiertas
de la escuela de los niños, me fijé en una pareja que no estaba absorta el uno
en el otro, cada uno hacía cosas a su aire. Pero en todo momento eran
conscientes de la presencia del otro. De pronto, mientras su hijo correteaba,
cuando creía que nadie la miraba, ella no pudo contenerse más y le pasó a su
marido la mano por el cabello y él le dio un beso.
No resulta sorprendente que todo el mundo lo desee…, como
si hubiese conocido el amor anteriormente y apenas se pudiese recordar, pero
uno se siente obligado a buscarlo sin pausa, como si fuese la única razón por
la que mereciese la pena vivir. Sin amor, la mayor parte de la vida permanece
apagada. Por desgracia nada es tan fascinante como el amor.
Sé que el amor es un trabajo sucio; tienes que mancharte
las manos. Si te mantienes a distancia no sucede nada interesante. Además,
debes encontrar la distancia adecuada entre las personas. Si están demasiado
cerca, te aplastan; si están demasiado lejos, te abandonan. ¿Cómo mantenerlos
en la situación adecuada?»
Colmillo Blanco; Jack London
FEBERO 2016
«Marchaban sin pronunciar una palabra, ahorrando la respiración
para el trabajo corporal. A su lado reinaba el silencio, que los oprimía con su
presencia tangible y que afectaba a sus mentes, como la profundidad del agua
influye sobre el buzo. Los apretaba con el peso de la soledad infinita y de un
destino inexorable. Su presión llegaba hasta los más remotos ámbitos de sus
almas, arrancando, como de la uva el jugo, los falsos ardores y exaltaciones y
los injustificados valores propios del espíritu humano, hasta que ellos mismos
se consideraban simplemente como manchas, finitas y limitadas, que se movían
con débiles muestras de ingeniosidad y sabiduría entre el juego de las grandes
fuerzas elementales y ciegas.»
Las
lagrimillas de Te daba por muerto me
hicieron rememorar una escena de infancia. Tendría 6 ó 7 años cuando estaban dando
Colmillo Blanco por la tele y llegó
el momento en que su madre muere, quedando el lobito/perro solo y desamparado.
No recuerdo nada más de la película, sólo esa escena (y a Ethan Hawke), que me
hizo llorar desconsoladamente junto a mi hermano (que no sé si lo hacía por
contagio o por verdadero entendimiento).
Tenía ganas
de leer algo de London. Había pensado en La
llamada de lo salvaje hasta que vi que Colmillo
blanco estaba a euro y pico en la librería. Incomprensible pero oportuno.
Los primeros
capítulos son de una tensión fascinante, como va narrando la agonía del hombre
y sus perros, que van desapareciendo poco a poco, presas de la manada de lobos.
Una vez empieza la historia de Colmillo Blanco propiamente dicha, se inicia la
dureza. Como digo, no recuerdo la película pero dudo que fuera fiel a la
historia, más bien una versión Disney edulcorada.
Tuve la misma
percepción que con Grandes Esperanzas
y el trato a los niños, donde eran personas de tercera, nada que ver con la
idolatría actual. Pues lo mismo pero extrapolado a los perros, que todavía
descendían unos peldaños más en aquel contexto. Ese choque cultural fue lo que
más me impactó.
Crónicas Marcianas; Ray Bradbury.
MARZO 2016
Creo que ya
he adelantado lo mucho que me gustó este libro, un nuevo punto de anclaje.
Tiene de todo. No sólo es inagotablemente entretenido, también tiene su parte
crítica y reúne todo tipo de emociones: historias que te hacen reír, otras más
reflexivas y alguna que otra de miedo.
Mis
preferidas fueron todas las relacionadas con las expediciones, el capítulo de
Los pueblos silenciosos y el de La de la casa Usher II.
Los hombres paradójicos, nº20
MARZO 2016
Lo conseguí
en el rastro y como se me había abierto el apetito de la Ciencia Ficción, me lo
llevé. Las historias resultaron ser bastante reguleras, salvo una: La última pregunta de Isaac Asimov.
En su día transcribí el relato por aquí.
En su día transcribí el relato por aquí.
Amarga luz; Marga Clark
MARZO 2016
«A veces los momentos se intensifican en el recuerdo, al
igual que pierden su dramatismo e importancia con el tiempo. También hay otros
que no se captan al instante y sólo adquieren forma, por su simbolismo y
significado, en un futuro más intuitivo, sabio y maduro. Pero todo, absolutamente
todo, se va archivando en nuestra mente: nuestro cuarto trastero, más o menos
ordenado, donde vamos almacenando imágenes y experiencias, conscientes o
inconsciente y de donde salen ya procesadas y un tanto enmohecidas para formar
parte de nuestra vida real y de nuestros sueños. Por eso consulto y leo
constantemente mi diario negro; para contrastarlo con mi recuerdo.»
Recordaba
haber leído un artículo sobre esta historia y no sé cómo, volví a coincidir con
ella. La excusa perfecta para hacerme con ella.
Me resultó
interesante pero tanta obsesión llega a saturar. Aunque claro, de eso se
trataba… Pasé más tiempo pensando en cómo afectaría al escultor y su mujer
aquel suceso.
Fahrenheit 451; Ray Bradbury
MARZO 2016
El
planteamiento inicial (y Bradbury) me llamaba mucho la atención: una sociedad
anestesiada, extrema y sin sentido donde los bomberos provocan incendios,
quemando los pocos libros que aún quedan. Es un tributo a la lectura y su
valor, algo que Bradbury entiende como nadie.
Sin embargo,
el libro no terminó de convencerme (aunque no deja de asombrarme su capacidad
profética). Lo que fue una sorpresa, fue el posfacio, donde el autor explica el
proceso creativo de la novela (con detalles como la sala de mecanografía de UCLA, a diez centavos la hora). Su
entusiasmo es contagioso y me encanta como narra sus días en la biblioteca,
consumiendo toda lectura a su alcance:
«La vieja bibliotecaria (siempre fueron viejas en mi
niñez) sopesaba los libros que yo llevaba y mi propio peso, y desaprobaba la
desigualdad (más libros que chico), me dejaba correr de vuelta a casa donde yo
lamía y pasaba las páginas.»
Bradbury no
pudo ir a la universidad pero lo compensó con infinitud de libros. Años más
tarde, dando una conferencia en una universidad, el decano de la facultad le
otorgó su propia toga, birrete y diploma de “graduado de la biblioteca”.
«En los últimos cuarenta
años es posible que haya escrito más poemas, ensayos, cuentos, obras teatrales
y novelas sobre bibliotecas, bibliotecarios y autores que cualquier otro
escritor. He escrito poemas reivindicando a Emily Dickinson y el señor Poe como
mis padres. Y un cuento en el que Charles Dickens se muda a la buhardilla de la
casa de mis abuelos en el verano de 1932, me llama Pip, y me permite ayudarlo a
terminar “Historia de dos ciudades”. Finalmente, la biblioteca de “La feria de
las tinieblas” es el punto de cita para un encuentro de medianoche entre el
Bien y el Mal. La señora Halloway y el señor Dark. Todas las mujeres de mi vida
han sido profesoras, bibliotecarias y libreras. Conocí a mi mujer, Maggie, en
una librería en la primavera de 1946,»
Un amor como éste; Luis Morales
ABRIL 2016
«Si un día me aconteciera que, con una vida firmemente
segura, pudiera libremente escribir y publicar, sé que tendría añoranza de esa
vida insegura en que apenas escribo y no publico. Tendría añoranza, no solo
porque esa vida frustrada es el pasado y una vida que ya nunca tendré, sino
porque hay en cada tipo de vida una cualidad propia y un placer peculiar, y
cuando se pasa a otra vida, aunque sea mejor, ese placer peculiar, y cuando se
pasa a otra cualidad propia es menos buena, dejan de existir, y notamos una
ausencia. Si algún día me aconteciera que pudiera llevar al buen Calvario la
cruz de mi intención, encontraría un calvario en ese buen Calvario, y tendría
añoranza de cuando era fútil, frustrado e imperfecto. De algún modo seria
menos.»
Pessoa
reencarnando la insatisfacción. El “I was looking for a job, and then
I find a job. And heaven knows I'm miserable now”, que cantaría Morrisey.
Este libro me
hizo acercarme al poeta, el cual me intrigaba desde que leí un poema suyo
compartido por Fernando, años atrás. Ya tengo en mi poder El libro de desasosiego pero aún no estoy preparada.
Las mejores
partes, para mí, son las que escribe Pessoa pero adentrarte en su romance te
hace ver lo complicados que son de lidiar, en su día a día, los grandes genios.
Que Significa Todo Eso; Richard Feynman
ABRIL 2016
El síndrome de Rebeca: Guía para conjurar fantasmas
amorosos; Carmen Posadas
ABRIL 2016
[Y seguimos
con la mitad del año en otro post o esto va a quedar bíblico.
CONTINUARÁ...]
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