viernes, 13 de enero de 2017

Lecturas 2016 (1ª parte)

Este último año ha sido bastante completo en cuanto a lecturas se refiere. He seguido fiel a mi idea de incorporar a la lista autores que me faltaban por leer, especialmente clásicos, pero también algunos contemporáneos y otras fidelidades ineludibles (como Julian Barnes de mi corazón).

Lo más destacable de 2016 ha sido descubrir la Ciencia Ficción. Sí, he tardado treinta años en hacerlo y ojalá pudiese viajar en el tiempo y chivarle al oído a mi versión adolescente: chss chss, Bradbury, Raaaay Braaadbury. Sé que hubiese disfrutado muchísimo con este tipo de libros en el pasado (y a saber de qué forma hubiesen influido en mis decisiones vitales), pero son tan buenos, que la experiencia no se ha devaluado por ello. Y tengo la suerte de tener un horizonte de nuevos autores por descubrir, ¡con los nervios ilusionantes que produce eso!

Diría que los dos libros que más me marcaron el pasado año fueron: Crónicas Marcianas de Bradbury y Una habitación propia de Virginia Woolf. El primero es pura droga, uno de los libros que más me ha hecho disfrutar. El segundo es un ensayo atemporal y maravilloso que todo el mundo debería leer, al menos, una vez en la vida. Virginia y Ray están ya en mi altar de favoritos.


El resto, según orden de lectura, quedó así:



Te daba por muerto: Una historia de amor; Pete Nelson
ENERO 2016 

«A pesar de que siempre le habían gustado las mujeres (empezando en segundo, cuando le había resultado imposible apartar la mirada de las bamboleantes tetas de la señorita Lasseter durante todo el curso), había llegado recientemente a la conclusión de que no las conocía en absoluto. Sinceramente, no podía decir si pensaba en el amor demasiado o demasiado poco. Reconocía que había algo misterioso y mágico en aquello, y que se había pasado los últimos veinte años intentando resolver el misterio, aunque en realidad sabía que corría el riesgo de destruir la magia. Cuando se rompían sus relaciones, se pasaba habitualmente más tiempo analizando y pensando en el amor que el que se había pasado realmente disfrutándolo y gozándolo. Algunas veces parecía como si los tíos con menos cerebro tuvieran más suerte, como si las mujeres se quedaran colgadas de lo unicejos con vocabulario limitado. Para Paul, cuanto más duraban sus relaciones, más confusas resultaban, y el punto clave de su relación con Tamsen era que nunca iba a llegar tan lejos. Sin complicaciones. De verdad, ella no era mala para él, excepto en la medida en que ella tampoco estaba realmente disponible. »

Lo escogí al azar ojeando los estantes de Agapea. Me llamó la atención el azul y el hecho de que el protagonista hablase con su perra, que hace las veces de conciencia. Pero el resultado final me pareció bastante flojo. Eso sí, tiene el mérito de ser el primer libro que me hace llorar. Mérito relativo porque contenía el elemento clave que abre las compuertas del lagrimeo: la muerte de un animal. Es automático.





Intimidad; Hanif Kureishi
ENERO 2016 

«He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad…, a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro…, una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores.»

Encontré esta edición tan bonita en La Isla, lo que me atrajo como un imán. Nunca había leído nada de Kureishi y la verdad, me dejó con ganas de más. Sólo me duró tres días y quedó totalmente subrayado. Kureishi es del estilo que me gusta: mucha reflexión y poca descripción.

Recuerdo leer en Goodreads una crítica completamente airada de una mujer. En mi imaginación, aquello parecía consecuencia de un abandono reciente, porque es estúpido juzgar un libro por la moralidad de sus personajes. Tal vez lo leyese como una recomendación (ajenamente sádica o masoquistamente propia), una forma de entender la traición de su pareja u otro drama similar. En ese estado, era susceptible de cogerle tirria al marido infiel (que se pasa toda la novela planeando el abandono de su esposa). Pero esto son todo elucubraciones, por supuesto.

A mí sí me gustó, será que toca uno de mis temas favoritos (visto lo visto… porque lo hago sin darme cuenta): el amor, las relaciones y derivados. ¡Pero sin ñoñerías! (que también están bien a veces, aunque sin perder de vista que son puro pasatiempo). Reflexiones como ésta:

«Últimamente pienso mucho en las parejas que conozco o con las que he coincidido en algún sitio, y me pregunto cuáles siguen enamoradas. Quedan algunas. Resulta tangible, se palpa el amor que se profesan, se nota la intensidad de su placer. No hace mucho, el día de puertas abiertas de la escuela de los niños, me fijé en una pareja que no estaba absorta el uno en el otro, cada uno hacía cosas a su aire. Pero en todo momento eran conscientes de la presencia del otro. De pronto, mientras su hijo correteaba, cuando creía que nadie la miraba, ella no pudo contenerse más y le pasó a su marido la mano por el cabello y él le dio un beso.

No resulta sorprendente que todo el mundo lo desee…, como si hubiese conocido el amor anteriormente y apenas se pudiese recordar, pero uno se siente obligado a buscarlo sin pausa, como si fuese la única razón por la que mereciese la pena vivir. Sin amor, la mayor parte de la vida permanece apagada. Por desgracia nada es tan fascinante como el amor.

Sé que el amor es un trabajo sucio; tienes que mancharte las manos. Si te mantienes a distancia no sucede nada interesante. Además, debes encontrar la distancia adecuada entre las personas. Si están demasiado cerca, te aplastan; si están demasiado lejos, te abandonan. ¿Cómo mantenerlos en la situación adecuada?»




Colmillo Blanco; Jack London
FEBERO 2016

«Marchaban sin pronunciar una palabra, ahorrando la respiración para el trabajo corporal. A su lado reinaba el silencio, que los oprimía con su presencia tangible y que afectaba a sus mentes, como la profundidad del agua influye sobre el buzo. Los apretaba con el peso de la soledad infinita y de un destino inexorable. Su presión llegaba hasta los más remotos ámbitos de sus almas, arrancando, como de la uva el jugo, los falsos ardores y exaltaciones y los injustificados valores propios del espíritu humano, hasta que ellos mismos se consideraban simplemente como manchas, finitas y limitadas, que se movían con débiles muestras de ingeniosidad y sabiduría entre el juego de las grandes fuerzas elementales y ciegas.»

Las lagrimillas de Te daba por muerto me hicieron rememorar una escena de infancia. Tendría 6 ó 7 años cuando estaban dando Colmillo Blanco por la tele y llegó el momento en que su madre muere, quedando el lobito/perro solo y desamparado. No recuerdo nada más de la película, sólo esa escena (y a Ethan Hawke), que me hizo llorar desconsoladamente junto a mi hermano (que no sé si lo hacía por contagio o por verdadero entendimiento).

Tenía ganas de leer algo de London. Había pensado en La llamada de lo salvaje hasta que vi que Colmillo blanco estaba a euro y pico en la librería. Incomprensible pero oportuno.
Los primeros capítulos son de una tensión fascinante, como va narrando la agonía del hombre y sus perros, que van desapareciendo poco a poco, presas de la manada de lobos. Una vez empieza la historia de Colmillo Blanco propiamente dicha, se inicia la dureza. Como digo, no recuerdo la película pero dudo que fuera fiel a la historia, más bien una versión Disney edulcorada.

Tuve la misma percepción que con Grandes Esperanzas y el trato a los niños, donde eran personas de tercera, nada que ver con la idolatría actual. Pues lo mismo pero extrapolado a los perros, que todavía descendían unos peldaños más en aquel contexto. Ese choque cultural fue lo que más me impactó.




Crónicas Marcianas; Ray Bradbury.
MARZO 2016

Creo que ya he adelantado lo mucho que me gustó este libro, un nuevo punto de anclaje. Tiene de todo. No sólo es inagotablemente entretenido, también tiene su parte crítica y reúne todo tipo de emociones: historias que te hacen reír, otras más reflexivas y alguna que otra de miedo.

Mis preferidas fueron todas las relacionadas con las expediciones, el capítulo de Los pueblos silenciosos y el de La de la casa Usher II.


Los hombres paradójicos, nº20
MARZO 2016

Lo conseguí en el rastro y como se me había abierto el apetito de la Ciencia Ficción, me lo llevé. Las historias resultaron ser bastante reguleras, salvo una: La última pregunta de Isaac Asimov. 

En su día transcribí el relato por aquí.



Amarga luz; Marga Clark
MARZO 2016

«A veces los momentos se intensifican en el recuerdo, al igual que pierden su dramatismo e importancia con el tiempo. También hay otros que no se captan al instante y sólo adquieren forma, por su simbolismo y significado, en un futuro más intuitivo, sabio y maduro. Pero todo, absolutamente todo, se va archivando en nuestra mente: nuestro cuarto trastero, más o menos ordenado, donde vamos almacenando imágenes y experiencias, conscientes o inconsciente y de donde salen ya procesadas y un tanto enmohecidas para formar parte de nuestra vida real y de nuestros sueños. Por eso consulto y leo constantemente mi diario negro; para contrastarlo con mi recuerdo.»

Recordaba haber leído un artículo sobre esta historia y no sé cómo, volví a coincidir con ella. La excusa perfecta para hacerme con ella.

Me resultó interesante pero tanta obsesión llega a saturar. Aunque claro, de eso se trataba… Pasé más tiempo pensando en cómo afectaría al escultor y su mujer aquel suceso.


           
Fahrenheit 451; Ray Bradbury
MARZO 2016

El planteamiento inicial (y Bradbury) me llamaba mucho la atención: una sociedad anestesiada, extrema y sin sentido donde los bomberos provocan incendios, quemando los pocos libros que aún quedan. Es un tributo a la lectura y su valor, algo que Bradbury entiende como nadie.

Sin embargo, el libro no terminó de convencerme (aunque no deja de asombrarme su capacidad profética). Lo que fue una sorpresa, fue el posfacio, donde el autor explica el proceso creativo de la novela (con detalles como la sala de mecanografía  de UCLA, a diez centavos la hora). Su entusiasmo es contagioso y me encanta como narra sus días en la biblioteca, consumiendo toda lectura a su alcance:

«La vieja bibliotecaria (siempre fueron viejas en mi niñez) sopesaba los libros que yo llevaba y mi propio peso, y desaprobaba la desigualdad (más libros que chico), me dejaba correr de vuelta a casa donde yo lamía y pasaba las páginas.»

Bradbury no pudo ir a la universidad pero lo compensó con infinitud de libros. Años más tarde, dando una conferencia en una universidad, el decano de la facultad le otorgó su propia toga, birrete y diploma de “graduado de la biblioteca”.

«En los últimos cuarenta años es posible que haya escrito más poemas, ensayos, cuentos, obras teatrales y novelas sobre bibliotecas, bibliotecarios y autores que cualquier otro escritor. He escrito poemas reivindicando a Emily Dickinson y el señor Poe como mis padres. Y un cuento en el que Charles Dickens se muda a la buhardilla de la casa de mis abuelos en el verano de 1932, me llama Pip, y me permite ayudarlo a terminar “Historia de dos ciudades”. Finalmente, la biblioteca de “La feria de las tinieblas” es el punto de cita para un encuentro de medianoche entre el Bien y el Mal. La señora Halloway y el señor Dark. Todas las mujeres de mi vida han sido profesoras, bibliotecarias y libreras. Conocí a mi mujer, Maggie, en una librería en la primavera de 1946,»



Un amor como éste; Luis Morales
ABRIL 2016

«Si un día me aconteciera que, con una vida firmemente segura, pudiera libremente escribir y publicar, sé que tendría añoranza de esa vida insegura en que apenas escribo y no publico. Tendría añoranza, no solo porque esa vida frustrada es el pasado y una vida que ya nunca tendré, sino porque hay en cada tipo de vida una cualidad propia y un placer peculiar, y cuando se pasa a otra vida, aunque sea mejor, ese placer peculiar, y cuando se pasa a otra cualidad propia es menos buena, dejan de existir, y notamos una ausencia. Si algún día me aconteciera que pudiera llevar al buen Calvario la cruz de mi intención, encontraría un calvario en ese buen Calvario, y tendría añoranza de cuando era fútil, frustrado e imperfecto. De algún modo seria menos.»

Pessoa reencarnando la insatisfacción. El “I was looking for a job, and then I find a job. And heaven knows I'm miserable now”, que cantaría Morrisey.

Este libro me hizo acercarme al poeta, el cual me intrigaba desde que leí un poema suyo compartido por Fernando, años atrás. Ya tengo en mi poder El libro de desasosiego pero aún no estoy preparada.

Las mejores partes, para mí, son las que escribe Pessoa pero adentrarte en su romance te hace ver lo complicados que son de lidiar, en su día a día, los grandes genios.




Que Significa Todo Eso; Richard Feynman
ABRIL 2016







El síndrome de Rebeca: Guía para conjurar fantasmas amorosos; Carmen Posadas
ABRIL 2016







[Y seguimos con la mitad del año en otro post o esto va a quedar bíblico. 

CONTINUARÁ...]

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